Artículo: "La Democracia en Panamá. ¿Ficción o Realidad? Algunas Breves Consideraciones sobre el Tema." 5-6-2009.
Por: Samuel Prado Franco.
Lic. en Filosofía, Ética y Valores.
Especialista en Docencia Superior.
Investigador Político y Social.
Contacto: samuelpradof@gmail.com
La democracia en Panamá es más ficción que realidad. Para los polítiqueros y partidos burgueses que gobiernan nuestro país desde antes del inicio de la República (1903), la democracia se reduce a elecciones cada cinco años o a los llamados a referéndum o plebiscito. Pero somos del análisis que la democracia es un “sistema de vida en comunidad”, o sea el sistema en que la comunidad de ciudadanos gobierna y dirige los asuntos que a todos nos conciernen y preocupan y no la supuesta y mal llamada democracia de los partidos políticos burgueses. El problema radica en que los partidos políticos burgueses son el único espacio de participación legalmente constituido, impidiendo la participación de los ciudadanos, de los trabajadores, campesinos, estudiantes, indígenas y profesionales en la vida política del país. Es la primera distorsión del sistema vigente en Panamá y es la “Partidocracia”. A parte de que estos partidos políticos no educan ni forman políticamente a sus miembros y al contrario los deforman con prácticas clientelistas, corruptas y oportunistas. Es parte de la baja o pobre “cultura política” y de la “cultura del juega vivo” que se vive en nuestro país y sociedad.
Las elecciones se convierten entonces en una lucha por el poder para robar y no para gobernar y resolver los problemas del pueblo. Las elecciones se convierten en un bochornoso show o concurso de imagen, belleza, popularidad, insultos, repartidera de licor, sweters y puestos de trabajo, venta de promesas, sueños e ilusiones y compra y venta de votos. Los planes y programas de trabajo y de gobierno que sean coherentes, serios, realistas y viables son inexistentes, salvo las promesas impresas de siempre que entregan y nunca cumplen. La “democracia formalista y electorera”, a la que denominamos así por lo antes expuesto, se convierte en el instrumento legitimidador del orden de cosas. A parte de que no es una “democracia popular o de masas” ya que en los distintos gobiernos post-invasión cuando el pueblo exige mejores condiciones de vida es reprimido y las organizaciones y sus dirigentes acusadas de desestabilizadoras y violentas. Por ejemplo, el actual Presidente de la República Sr. Martín Torrijos al igual que algunos de sus Ministros y Asesores oficiosos acusa al movimiento popular y social de querer derribar al gobierno por la vía armada y violenta.
Si con consignas, volantes y marchas se ha derribado a algún gobierno en Panamá, hace ya tiempo estuviera el pueblo gobernando en nuestro país. Otra mentira repetida mil veces por los politiqueros para mantener en una actitud pasiva e indiferente al pueblo. Este argumento y discurso de la desestabilización ha sido ampliamente difundido hasta el aburrimiento, e incluso han llegado al absurdo de decir que detrás de una legitima protesta de una comunidad exigiendo la reparación de una calle o para recibir agua existe una agenda oculta donde se pretende derribar al gobierno. Esto demuestra una vez más que lo que se vive en Panamá no es Democracia, sino una “Dictadura Partidocratica Burguesa”. La compra de vehículos por el actual gobierno PRD-PP para lanzar agua a presión con sustancias químicas mejor conocidos en Panamá como “Pitufos” utilizados ampliamente por el gobierno Militar-PRD es señal inequívoca y real de la represión que se va a utilizar y que se está utilizando en contra del pueblo y la criminalización de la protesta social. La democracia debe ser un sistema de discusión, participación y construcción de todo el pueblo, en la búsqueda de las soluciones a los problemas y las necesidades y no para beneficiar a una élite o minoría.
Pero, esto se logrará cuando el pueblo se despierte, levante, exija y participe masivamente para tomar el poder. El show y el concurso de cada cinco años en que se nos engaña sistemáticamente con promesas, sueños e ilusiones de bienestar, progreso, felicidad o de más seguridad, más empleo o cero corrupción, terminarán cuando el pueblo sea el artífice y constructor de su propia historia y destino. La democracia no debe ser elecciones solamente, debe ser parte de la vida diaria de todo ciudadano donde se sienta y participe con sus ideas, propuestas, sugerencias, opiniones y críticas, para el mejoramiento, desarrollo y construcción de otro Panamá y otro Mundo Posible. Será entonces cumplido lo que etimológicamente significa democracia: demos, pueblo y kratos, gobierno. El gobierno del pueblo, de los pobres, de los explotados, de los olvidados, de los excluidos, de los despreciados y de los vilipendiados. En nuestro país ya comienza el periodo pre-electoral de cara a las elecciones del año 2009 y saltan ya a la vista de todas las ambiciones individualistas y egoístas de algunos que creen vivir en una finca o hacienda personal. La lucha por ver quien se sienta en la silla del Palacio de las Garzas comienza una vez más para robar por supuesto cinco años. Comienza el circo mediático de la lucha por el poder.
Y lamentablemente el actor principal no es el pueblo, sino los politiqueros burgueses nuevos y viejos que utilizan demagógicamente la palabra pueblo al referirse a sus “altruistas” y “patrióticas” intenciones. Todos en el fondo representan a la burguesía y sus intereses particulares y económicos, aunque algunos quieran llamarse “hijos del pueblo”, ahora convertidos en “hijos adoptivos de la burguesía”. Sólo tenemos que hacer un análisis de las propuestas y medidas tomadas por todos los gobiernos post-invasión para darnos cuenta por ejemplo que en lo económico han respondido y responden al neoliberalismo y a los mandatos y ordenes de las organizaciones como el Banco Mundial o del Fondo Monetario Internacional. Las grandes desigualdades sociales y económicas, el hambre, la pobreza, la miseria, el desempleo, la insalubridad, la criminalidad, la violencia o la drogadicción son síntomas de la enfermedad que estamos viviendo y a la cual los polítiqueros burgueses poco o nada les importa. La democracia no nacerá espontáneamente o se nos dará como regalo navideño, será la lucha, el sacrificio, el esfuerzo y la búsqueda de todos por un sistema más justo.
El método o los métodos para la consecución de ello dependerán de las condiciones objetivas y subjetivas, políticas, económicas, sociales e históricas y no nos atrevemos a proponer ningún método por ahora. La unidad en la teoría y la práctica de los movimientos y organizaciones populares, sociales, revolucionarias y democráticas es una necesidad urgente y clara, ya que desunidos somos fácilmente derrotados, pero unidos somos una fuerza política, social, cultural y moral más poderosa, cohesionada y difícil de vencer. Será la organización, discusión y conducción democrática, participativa, crítica y reflexiva la garantía de ello. A la hora de perseguir y combatir a los movimientos y organizaciones populares y sociales, la Burguesía se une toda y deja sus pugnas y diferencias a un lado. La época histórica nos demanda luchar en unidad en contra de un adversario en común al pueblo y sus organizaciones: “la Burguesía y sus lacayos internos y externos”.
Sabemos que la unidad no se conseguirá de la noche a la mañana, ni vendrá dada. Como reflexión final creemos que la farsa de “democracia formalista y electorera” que se vive está llegando lentamente a un agotamiento, descrédito y crisis. Los movimientos y organizaciones populares, sociales, revolucionarias y democráticas se desarrollan, fortalecen, expanden y consolidan al igual que la toma de conciencia del pueblo de las mentiras y engaños de los partidos políticos burgueses, esto es síntoma de que la lucha está dando sus frutos. Todavía falta mucho por hacer y conseguir, pero luego de altas y bajas, de costosas, duras, largas y difíciles batallas, nuestro pueblo empieza a levantarse en contra de sus explotadores. Con el triunfo final del pueblo, la democracia dejará de ser entonces una mera teoría, un principio, un ideal o una utopía escrita en las páginas de libros, ensayos y artículos y pasara a ser el “sistema de vida en comunidad” a la cual aspiramos a construir y edificar. La Democracia de Todo el Pueblo basada en la justicia social, la igualdad, la libertad, la fraternidad, la solidaridad y la moral, será instituida por la lucha del pueblo en nuestro país.
Por: Samuel Prado Franco.
Lic. en Filosofía, Ética y Valores.
Especialista en Docencia Superior.
Investigador Político y Social.
Contacto: samuelpradof@gmail.com
La democracia en Panamá es más ficción que realidad. Para los polítiqueros y partidos burgueses que gobiernan nuestro país desde antes del inicio de la República (1903), la democracia se reduce a elecciones cada cinco años o a los llamados a referéndum o plebiscito. Pero somos del análisis que la democracia es un “sistema de vida en comunidad”, o sea el sistema en que la comunidad de ciudadanos gobierna y dirige los asuntos que a todos nos conciernen y preocupan y no la supuesta y mal llamada democracia de los partidos políticos burgueses. El problema radica en que los partidos políticos burgueses son el único espacio de participación legalmente constituido, impidiendo la participación de los ciudadanos, de los trabajadores, campesinos, estudiantes, indígenas y profesionales en la vida política del país. Es la primera distorsión del sistema vigente en Panamá y es la “Partidocracia”. A parte de que estos partidos políticos no educan ni forman políticamente a sus miembros y al contrario los deforman con prácticas clientelistas, corruptas y oportunistas. Es parte de la baja o pobre “cultura política” y de la “cultura del juega vivo” que se vive en nuestro país y sociedad.
Las elecciones se convierten entonces en una lucha por el poder para robar y no para gobernar y resolver los problemas del pueblo. Las elecciones se convierten en un bochornoso show o concurso de imagen, belleza, popularidad, insultos, repartidera de licor, sweters y puestos de trabajo, venta de promesas, sueños e ilusiones y compra y venta de votos. Los planes y programas de trabajo y de gobierno que sean coherentes, serios, realistas y viables son inexistentes, salvo las promesas impresas de siempre que entregan y nunca cumplen. La “democracia formalista y electorera”, a la que denominamos así por lo antes expuesto, se convierte en el instrumento legitimidador del orden de cosas. A parte de que no es una “democracia popular o de masas” ya que en los distintos gobiernos post-invasión cuando el pueblo exige mejores condiciones de vida es reprimido y las organizaciones y sus dirigentes acusadas de desestabilizadoras y violentas. Por ejemplo, el actual Presidente de la República Sr. Martín Torrijos al igual que algunos de sus Ministros y Asesores oficiosos acusa al movimiento popular y social de querer derribar al gobierno por la vía armada y violenta.
Si con consignas, volantes y marchas se ha derribado a algún gobierno en Panamá, hace ya tiempo estuviera el pueblo gobernando en nuestro país. Otra mentira repetida mil veces por los politiqueros para mantener en una actitud pasiva e indiferente al pueblo. Este argumento y discurso de la desestabilización ha sido ampliamente difundido hasta el aburrimiento, e incluso han llegado al absurdo de decir que detrás de una legitima protesta de una comunidad exigiendo la reparación de una calle o para recibir agua existe una agenda oculta donde se pretende derribar al gobierno. Esto demuestra una vez más que lo que se vive en Panamá no es Democracia, sino una “Dictadura Partidocratica Burguesa”. La compra de vehículos por el actual gobierno PRD-PP para lanzar agua a presión con sustancias químicas mejor conocidos en Panamá como “Pitufos” utilizados ampliamente por el gobierno Militar-PRD es señal inequívoca y real de la represión que se va a utilizar y que se está utilizando en contra del pueblo y la criminalización de la protesta social. La democracia debe ser un sistema de discusión, participación y construcción de todo el pueblo, en la búsqueda de las soluciones a los problemas y las necesidades y no para beneficiar a una élite o minoría.
Pero, esto se logrará cuando el pueblo se despierte, levante, exija y participe masivamente para tomar el poder. El show y el concurso de cada cinco años en que se nos engaña sistemáticamente con promesas, sueños e ilusiones de bienestar, progreso, felicidad o de más seguridad, más empleo o cero corrupción, terminarán cuando el pueblo sea el artífice y constructor de su propia historia y destino. La democracia no debe ser elecciones solamente, debe ser parte de la vida diaria de todo ciudadano donde se sienta y participe con sus ideas, propuestas, sugerencias, opiniones y críticas, para el mejoramiento, desarrollo y construcción de otro Panamá y otro Mundo Posible. Será entonces cumplido lo que etimológicamente significa democracia: demos, pueblo y kratos, gobierno. El gobierno del pueblo, de los pobres, de los explotados, de los olvidados, de los excluidos, de los despreciados y de los vilipendiados. En nuestro país ya comienza el periodo pre-electoral de cara a las elecciones del año 2009 y saltan ya a la vista de todas las ambiciones individualistas y egoístas de algunos que creen vivir en una finca o hacienda personal. La lucha por ver quien se sienta en la silla del Palacio de las Garzas comienza una vez más para robar por supuesto cinco años. Comienza el circo mediático de la lucha por el poder.
Y lamentablemente el actor principal no es el pueblo, sino los politiqueros burgueses nuevos y viejos que utilizan demagógicamente la palabra pueblo al referirse a sus “altruistas” y “patrióticas” intenciones. Todos en el fondo representan a la burguesía y sus intereses particulares y económicos, aunque algunos quieran llamarse “hijos del pueblo”, ahora convertidos en “hijos adoptivos de la burguesía”. Sólo tenemos que hacer un análisis de las propuestas y medidas tomadas por todos los gobiernos post-invasión para darnos cuenta por ejemplo que en lo económico han respondido y responden al neoliberalismo y a los mandatos y ordenes de las organizaciones como el Banco Mundial o del Fondo Monetario Internacional. Las grandes desigualdades sociales y económicas, el hambre, la pobreza, la miseria, el desempleo, la insalubridad, la criminalidad, la violencia o la drogadicción son síntomas de la enfermedad que estamos viviendo y a la cual los polítiqueros burgueses poco o nada les importa. La democracia no nacerá espontáneamente o se nos dará como regalo navideño, será la lucha, el sacrificio, el esfuerzo y la búsqueda de todos por un sistema más justo.
El método o los métodos para la consecución de ello dependerán de las condiciones objetivas y subjetivas, políticas, económicas, sociales e históricas y no nos atrevemos a proponer ningún método por ahora. La unidad en la teoría y la práctica de los movimientos y organizaciones populares, sociales, revolucionarias y democráticas es una necesidad urgente y clara, ya que desunidos somos fácilmente derrotados, pero unidos somos una fuerza política, social, cultural y moral más poderosa, cohesionada y difícil de vencer. Será la organización, discusión y conducción democrática, participativa, crítica y reflexiva la garantía de ello. A la hora de perseguir y combatir a los movimientos y organizaciones populares y sociales, la Burguesía se une toda y deja sus pugnas y diferencias a un lado. La época histórica nos demanda luchar en unidad en contra de un adversario en común al pueblo y sus organizaciones: “la Burguesía y sus lacayos internos y externos”.
Sabemos que la unidad no se conseguirá de la noche a la mañana, ni vendrá dada. Como reflexión final creemos que la farsa de “democracia formalista y electorera” que se vive está llegando lentamente a un agotamiento, descrédito y crisis. Los movimientos y organizaciones populares, sociales, revolucionarias y democráticas se desarrollan, fortalecen, expanden y consolidan al igual que la toma de conciencia del pueblo de las mentiras y engaños de los partidos políticos burgueses, esto es síntoma de que la lucha está dando sus frutos. Todavía falta mucho por hacer y conseguir, pero luego de altas y bajas, de costosas, duras, largas y difíciles batallas, nuestro pueblo empieza a levantarse en contra de sus explotadores. Con el triunfo final del pueblo, la democracia dejará de ser entonces una mera teoría, un principio, un ideal o una utopía escrita en las páginas de libros, ensayos y artículos y pasara a ser el “sistema de vida en comunidad” a la cual aspiramos a construir y edificar. La Democracia de Todo el Pueblo basada en la justicia social, la igualdad, la libertad, la fraternidad, la solidaridad y la moral, será instituida por la lucha del pueblo en nuestro país.
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